La película comienza presentando a cuatro ilusionistas
brillantes pero de poca monta, Michael Atlas (Jesse Eissenberg), Merrit
Osbourne (Woody Harrelson), Henley (Isla Fisher) y Jack Wilder (David Franco),
que son reclutados por un misterioso personaje para crear el grupo de magos
"Los cuatro jinetes".
Tras un salto hacia el futuro, nos situamos un año después,
cuando el grupo debutará en Las Vegas, apadrinado por el magnate Arthur
Tressler (Michael Caine), en un fastuoso espectáculo que consistirá en robar un
banco de París en tiempo real y repartiendo el botín entre los asistentes al
estilo Robin Hood.
El agente del FBI Dylan Hobbs (Mark Ruffalo) y la agente
francesa de la Interpol Alma Vargas (Mélanie Laurent) irán tras los magos para
probar el robo y meterles en la cárcel, pero nuestros ilusionistas siempre
consiguen escabullirse. También les sigue la pista el antiguo mago Taddeus
Bradley (Morgan Freeman), presentador de un famoso programa de televisión que
se dedica a destapar los trucos ocultos de la magia. Pero el verdadero golpe de
efecto lo darán en Nueva Orleans, donde realizarán un truco que asombrará no
sólo a los asistentes al espectáculo.
Critica a la película:
La narración es rápida y efectista, con ágiles diálogos y
continuos trucos (lo clásico una historia de ilusionistas) que utilizan
múltiples artimañas para desviar nuestra atención del objetivo que ellos
persiguen: lo que está más próximo es lo importante. Hay momentos, sobre todo
al principio, en que la comparación con Ocean´s Eleven es inevitable ya que tanto
la presentación de los personajes y la trama creada para engañar al poderoso
nos lo recuerda.
Pero hay un hecho que comienza a rechinar desde el momento
en que aparece: la absoluta falta de química entre la bellísima Alma Vargas
(Mélanie Laurent) y el aparentemente cretino Dylan Hobbs (Mark Ruffalo). Por
muy buenos que queramos ser es imposible creernos que entre estos dos
personajes haya la más mínima tensión sexual.
La historia se va desarrollando en un terreno apegado a la
realidad, mostrándonos los trucos y su explicación de una manera entretenida y
convincente hasta que, como no podía ser de otra manera, y me lo temía, el
guión se saca un conejo de la chistera para escapar de la trampa en que el
mismo se ha metido. Y aquí es donde la decepción se apodera del espectador que
espera algo más que fuegos artificiales. Pero de la decepción pasé al cabreo
cuando al final Ahora me ves… se mueve en un terreno entre esotérico y
fantástico que no va con el tono del film en ningún momento.
No podemos olvidar la correcta interpretación de los dos grandes veteranos que participan en la película y que ya justifican su visionado: Arthur Tressler (Michael Caine) y Taddeus Bradley (Morgan Freeman). Están muy bien cuando pasan de ser unos personajes ciertamente soberbios a ser engañados por nuestros humildes ilusionistas.
No podemos olvidar la correcta interpretación de los dos grandes veteranos que participan en la película y que ya justifican su visionado: Arthur Tressler (Michael Caine) y Taddeus Bradley (Morgan Freeman). Están muy bien cuando pasan de ser unos personajes ciertamente soberbios a ser engañados por nuestros humildes ilusionistas.
También cabe destacar un claro tono crítico con la sociedad en la que nos ha tocado vivir, en la que el engaño, la traición y la codicia campan a sus anchas. En definitiva, nos encontramos ante una cinta que nos entretendrá y divertirá, pero con un guión que naufraga al final.
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